En palabras del gurú informático Richard Stallman, “un hacker puede ser aquel que se divierte empleando al máximo su inteligencia, sin la necesidad de ocasionar daños a un tercero”. Aunque, actualmente, el alcance de la actividad de los “piratas informáticos” excede los límites del simple ocio y la recreación.
El origen de esta práctica se remonta a principios de la década del 60, cuando en el Massachusets Institute of Technology (MIT), los estudiantes del prestigioso centro educativo se desafiaban unos a otros a crear programas de mayor capacidad que los existentes. De ese tiempo a esta parte, muchas cosas han cambiado. Las actividades de los hackers engloban varias categorías que definen de forma más especifica su campo de actuación, todas ellas tipificadas como delito en el Código Penal.
Los crackers, son los que más revuelo suelen causar. Distanciados de los hackers por criterios éticos y morales, se especializan, básicamente, en causar daño. Son famosos por robar información, desactivar las protecciones de software, ingresar en centros de seguridad restringidos o programar virus. Los phreakers, se encargan de explorar los límites y alcances de las redes telefónicas manipulando frecuencias mediante la tecnología.
Estos hackers de la telefonía, consiguen realizar llamadas gratuitas a cualquier parte del mundo y en términos más drásticos vulnerar centrales importantes. En su afan por descubrir las limitaciones de las redes telefónicas, acaban incurriendo en situaciones que los pueden poner tras las rejas. Actualmente, los phreakers tienen también como blanco a la telefonía móvil, a las tecnologías inalámbricas y el VoIP.
También, con el paso del tiempo, los modos de hackeo han ido aceptando nuevos términos. El denominado hacktivismo es uno de ellos. En este caso, los hackers emplean sus conocimientos para difundir ideologías políticas, generalmente relacionadas con la libertad de expresión y los derechos humanos.
Con los avances tecnológicos existentes en la actualidad, se hace difícil prever el alcance que estas actividades tendrán en un futuro. Lo que sí se puede intuir, dentro de la naturalidad inherente al hacker de superar sus propios límites, nuevos desafíos se presentarán para quienes intentan contrarrestarlos. Los 10 Grandes Mitos del Universo Hacker
Kevin Mitnick: Es mundialmente conocido como el “hacker más famoso” y por haber sido el primero en cumplir condena en una prisión por infiltrarse en sistemas de ordenadores. Comenzó sus andanzas cuando aun era menor de edad, utilizando la práctica conocida como phone phreaking . Pese a no haberse dedicado jamás a la programación, Mitnick está totalmente convencido de que, mediante un teléfono y algunas llamadas, se pueden ocasionar daños severos. Hoy día, totalmente alejado de sus antiguas aficiones y después de pasar varias temporadas a la sombra, se dedica a asesorar en materia de seguridad a empresas multinacionales a través de su empresa ‘Mitnick Security'.
Gary McKinnon: Este escocés de 41 años, también conocido como Solo, está considerado como el ejecutor del mayor hack de la historia de la informática a un sistema militar. No contento con esto, en los años 2001 y 2002, consiguió burlar la seguridad informática de la mismísima NASA y del Pentágono. Actualmente se encuentra en prisión e inhabilitado de acceder a un ordenador con conexión a Internet.
Vladimir Levin: Este bioquímico y matemático ruso fue acusado de haber cometido uno de los mayores robos a un banco mediante la técnica del cracking. Desde San Petersburgo, Levin consiguió transferir fondos estimados en aproximadamente 10 millones de dólares del Citibank de Nueva York a cuentas que él mismo había abierto en distintas partes del mundo. Fue arrestado por la INTERPOL en 1995 en el aeropuerto de Heathrow (Inglaterra). Aunque llegó a robar más de 10 millones de dólares fue sentenciado únicamente a 3 años de prisión .Actualmente se encuentra en libertad.
Kevin Poulsen: Si bien hoy es periodista y colabora con el rastreo de pedófilos en Internet, Poulsen acarrea a sus espaldas un intenso pasado como cracker y phreaker. El suceso que le proporcionó más notoriedad fue la toma de las líneas telefónicas de Los Angeles en 1990. Una cadena de radio ofrecía un Porsche como recompensa a quien consiguiera hacer el llamado número 102 a la radio. De más está decirlo, Poulsen fue el ganador del concurso.
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